Page 88 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei                               Gabri e l Berm údez Casti llo


            gran sabio, no decir nunca nada. El —señaló al enano

            nudoso—  llámase  Huesok...  no  ser  sabio,  no  saber

            hablar, nunca decir nada... ¿Tú llamarte?



               —Sergio.


               —Sergiok.


               —No. Sergio. No vengo a hacer daño a nadie. Quiero

            paz.


               —Si querer paz... —dijo Manchuok, moviendo algo


            la  maza—  todos  sentarnos  en  el  suelo.  Sólo  amigos

            sentados. Enemigos en pie, luchar... con maza, muerte.

            Sentar, sentar.


               —Me  parece  bien  —respondió  Sergio,  tomando


            asiento.


               Los salvajes hicieron lo mismo, si bien Sergio se dio

            perfecta  cuenta  de  que,  al  hacerlo,  se  acercaban  un


            poco  más,  hasta  situarse  a  unos  cinco  metros  de

            distancia. Esto no le preocupaba; el rifle magnético era

            capaz  de  acabar  con  ellos  en  un  instante.  Pero  no


            pensaba dejarles acercarse más.


               A esta distancia pudo ver que de una de las orejas del

            enano           Huesok             surgía           un        pequeño              cilindro


            blanquecino, de aspecto repulsivo. En su cuerpo, así

            como  en  el  de  Manchuok,  había  unas  extensas

            manchas rojas, que se rascaban de cuando en cuando.


            Sus  desnudas  piernas  estaban  llenas  de  arañazos  y

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