Page 134 - iIndependencia 1849-1856.
P. 134

134	 Wenceslao Vega B.

entre ambos gobiernos.18 La palabra «maroteos» que los domini-
canos utilizaban mucho se refería a las incursiones no oficiales de
militares haitianos en las zonas controladas por los dominicanos,
para robar animales o comida ajenos. La palabra probablemente
viene del término «merodeos».

    La razón principal que impedía a Haití, firmar algún docu-
mento con el Gobierno dominicano, era que implicaba recono-
cer la existencia oficial de la República Dominicana como nación
soberana, a lo que no estaban dispuestos los gobernantes haitia-
nos. Cualquier acuerdo directo, reconocía la existencia de la otra
parte como nación o como beligerante, lo que los haitianos no
estaban dispuestos a aceptar.

    Los dominicanos desconfiaban de las intenciones haitianas y
fueron muy cautos a la hora de negociar. Sus temores los quiso
aplacar el cónsul Schomburgk. En una larga carta que este dirigió
al Canciller dominicano el 16 de enero de 1852, exponiéndole la
conveniencia de negociar con Soulouque, le decía en uno de los
párrafos finales:

                 Es imposible creer que el Gobierno Dominicano pueda un solo
            momento entretener la idea de que, adoptando esta medida dé lugar
            a la mas leve reflexión sobre su honrosa posición: al contrario si
            esta misión no lograra producir la paz tan deseada, la República
            se hallará otra vez bajo la protección garantizada por las tres poten-
            cias, y será tanto mas acreedora a ella, cuanto que no habrá omitido
            ningún medio para la pacífica consecución de su independencia.19

    Con las anteriores seguridades, parece que quedaron tranqui-
lizadas las autoridades dominicanas y por algo más de un año las
cosas se mantuvieron tranquilas.

    Las hostilidades haitianas se iniciaron de nuevo en marzo
de 1852, aunque no con la misma intensidad que en los años

18	 A. Lockward, Documentos para la historia, p. 252.
19	 Rodríguez Demorizi, Documentos para la historia, tomo IV, p. 96.
   129   130   131   132   133   134   135   136   137   138   139