Page 34 - El alquimista
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-¿Cómo es que hablas español? -se interesó.
El recién llegado era un hombre joven vestido a la manera de los
occidentales, pero el color de su piel indicaba que debía de ser de
aquella ciudad. Tendría más o menos su misma altura y edad.
-Aquí casi todo el mundo habla español. Estamos sólo a dos horas
de España.
-Siéntate y pide algo por mi cuenta -le ofreció el muchacho-. Y
pide un vino para mí. Detesto este té.
-No hay vino en este país -dijo el recién llegado-. La religión no lo
permite.
El muchacho le explicó entonces que tenía que llegar a las
Pirámides. Estuvo a punto de hablarle del tesoro, pero decidió callarse.
El árabe era capaz de querer una parte a cambio de llevarlo hasta allí.
Se acordó de lo que el viejo le había dicho respecto a los ofrecimien-
tos.
-Me gustaría que me llevaras, si es posible. Puedo pagarte como
guía.
-¿Tú tienes idea de cómo se llega hasta allí?
El muchacho se dio cuenta de que el dueño del bar andaba cerca,
escuchando atentamente la conversación. Se sentía molesto por su
presencia; pero había encontrado un guía, y no podía perder aquella
oportunidad.
-Hay que atravesar todo el desierto del Sahara -continuó el recién
llegado-, y para eso se necesita dinero. Quiero saber si tienes el dinero
suficiente.
Al muchacho le extrañó la pregunta que le había formulado el
recién llegado. Pero confiaba en el viejo, y el viejo le había dicho que
cuando se quiere una cosa, el Universo siempre conspira a favor.
Sacó su dinero del bolsillo y se lo mostró. El dueño del bar se
acercó y miró también. Los dos intercambiaron algunas palabras en
árabe. El dueño del bar parecía irritado.
-¡Vámonos! -dijo el recién llegado-. Él no quiere que nos quedemos
aquí.
El muchacho se sintió aliviado: Se levantó para pagar la cuenta,
pero el dueño lo agarró y comenzó a hablarle sin parar. Aunque era
fuerte, estaba en una tierra extranjera. Fue su nuevo amigo quien
empujó al dueño hacia un lado y acompañó al chico hasta la calle.
-Quería tu dinero -dijo-. Tánger no es igual que el resto de África.
Estamos en un puerto, y en los puertos hay siempre muchos ladrones.
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