Page 60 - El alquimista
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Eran libros extraños. Hablaban de mercurio, sal, dragones y reyes,
                                 pero él no conseguía entender nada. Sin embargo, había una idea que
                                 parecía repetirse en todos los libros: todas las cosas eran manifestacio-
                                 nes de una cosa sola.
                                    En uno de los libros descubrió que el texto más importante de la
                                 Alquimia constaba de unas pocas líneas, y había sido escrito en una
                                 simple esmeralda.
                                    -Es la Tabla de la Esmeralda -dijo el Inglés, orgulloso de enseñarle
                                 algo al muchacho.
                                    -Y entonces, ¿para qué tantos libros?
                                    -Para entender estas líneas -repuso el Inglés, aunque no estaba muy
                                 convencido de su propia respuesta.
                                    El libro que más interesó al muchacho contaba la historia de los
                                 alquimistas famosos. Eran hombres   que habían dedicado toda su vida
                                 a purificar metales en los laboratorios; creían que si un metal se
                                 mantenía permanentemente al fuego durante muchos años, terminaría
                                 liberándose de todas sus propiedades individuales y sólo restaría el
                                 Alma   del Mundo. Esta Cosa Única permitía que los alquimistas
                                 entendiesen cualquier cosa sobre la faz de la Tierra, porque ella era el
                                 lenguaje a través del cual las cosas se comunicaban. A este descubri-
                                 miento lo llamaban la Gran Obra, que estaba compuesta por una parte
                                 líquida y una parte sólida.
                                    -¿No   basta con observar a los hombres y a las señales para descubrir
                                 este lenguaje? -preguntó el chico.
                                    -Tienes la manía de simplificarlo todo -repuso el Inglés irritado-.
                                 La Alquimia es un trabajo muy serio. Exige que se siga cada paso
                                 exactamente como los maestros lo enseñaron.
                                    El muchacho descubrió que la parte líquida de la Gran Obra era
                                 llamada Elixir de la Larga Vida, que curaba todas las enfermedades y
                                 evitaba que el alquimista envejeciese. Y la parte sólida se conocía con
                                 el nombre de Piedra Filosofal.
                                    -No es fácil descubrir la Piedra Filosofal -dijo el Inglés-. Los
                                 alquimistas pasaban muchos años en los laboratorios contemplando
                                 aquel fuego que purificaba los metales. Miraban tanto el fuego que
                                 poco a poco sus cabezas iban perdiendo todas las vanidades del
                                 mundo. Entonces, un buen día, descubrían que la purificación de los
                                 metales había terminado por purificarlos a ellos mismos.
                                    El muchacho se acordó del Mercader de Cristales. Él le había dicho
                                 que era buena idea limpiar los jarros para que ambos se liberasen


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