Page 66 - El alquimista
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Empezaron por recorrer las tiendas donde vivieran hombres solos.
                                 Un Alquimista seguramente viviría de manera diferente de las otras
                                 personas del oasis, y sería muy probable que en su tienda hubiera un
                                 horno permanentemente encendido. Caminaron bastante, hasta que
                                 se quedaron convencidos de que el oasis era mucho mayor de lo que
                                 podían imaginar, y que albergaba centenares de tiendas.
                                    -Hemos perdido casi todo el día -dijo el Inglés mientras se sentaba
                                 junto al chico cerca de uno de los pozos del oasis.
                                    -Será mejor que preguntemos -propuso el muchacho.
                                    El Inglés no quería revelar su presencia en el oasis, y se mostró
                                 indeciso ante la sugerencia. Pero acabó accediendo y le pidió al
                                 muchacho, que hablaba mejor el árabe, que lo hiciera. Éste se
                                 aproximó a una mujer que había ido al pozo para llenar de agua un
                                 saco de piel de carnero.
                                    -Buenas tardes, señora. Me gustaría saber dónde vive un Alquimista
                                 en este oasis -preguntó el muchacho.
                                    La mujer le respondió que jamás había oído hablar de eso, y se
                                 marchó inmediatamente. Antes, no obstante, avisó al chico de que no
                                 debía conversar con mujeres vestidas de negro porque eran mujeres
                                 casadas, y él tenía que respetar la Tradición.
                                    El Inglés se quedó decepcionadísimo. Había hecho todo el viaje
                                 para nada. El muchacho también se entristeció. Su compañero
                                 también estaba buscando su Leyenda Personal, y cuando alguien hace
                                 esto, todo el Universo conspira para que la persona consiga lo que
                                 desea. Lo había dicho el viejo rey, y no podía estar equivocado.
                                    -Yo nunca había oído hablar antes de alquimistas -dijo el chico-.
                                 Si no intentaría ayudarte.
                                    De repente los ojos del Inglés brillaron.
                                    -¡De eso se trata! ¡Quizá aquí nadie sepa lo que es un alquimista!
                                 Pregunta por el hombre que cura las enfermedades en la aldea.
                                    Varias mujeres vestidas de negro fueron a buscar agua al pozo, pero
                                 el muchacho no se dirigió a ninguna de ellas, por más que el Inglés le
                                 insistió. Hasta que por fin se acercó un hombre.
                                    -¿Conoce a alguien que cure las enfermedades aquí? -preguntó el
                                 chico.
                                    -Alá cura todas las enfermedades -dijo el hombre, visiblemente
                                 espantado por los extranjeros-. Vosotros estáis buscando brujos.
                                    Y después de recitar algunos versículos del Corán, siguió su
                                 camino.


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