Page 89 - El alquimista
P. 89
-Eso es una buena señal -respondió el Alquimista-. Prueba que tu
corazón está vivo. Es natural que se tenga miedo de cambiar por un
sueño todo aquello que ya se consiguió.
-Entonces, ¿para qué debo escuchar a mi corazón?
-Porque no conseguirás jamás mantenerlo callado. Y aunque finjas
no escuchar lo que te dice, estará dentro de tu pecho repitiendo
siempre lo que piensa sobre la vida y el mundo.
-¿Aunque sea traicionero?
-La traición es el golpe que no esperas. Si conoces bien a tu
corazón, él jamás lo conseguirá. Porque tú conocerás sus sueños y sus
deseos, y sabrás tratar con ellos. Nadie consigue huir de su corazón.
Por eso es mejor escuchar lo que te dice. Para que jamás venga un golpe
que no esperas.
El muchacho continuó escuchando a su corazón mientras
avanzaban por el desierto. Fue conociendo sus artimañas y sus trucos,
y aceptándolo como era. Entonces el muchacho dejó de tener miedo
y de sentir ganas de volver, porque cierta tarde su corazón le dijo que
estaba contento. «Aunque proteste un poco -decía su corazón- es
porque soy un corazón de hombre, y los corazones de hombre son así.
Tienen miedo de realizar sus mayores sueños porque consideran que
no los merecen, o no van a conseguirlos. Nosotros, los corazones, nos
morimos de miedo sólo de pensar en los amores que partieron para
siempre, en los momentos que podrían haber sido buenos y que no lo
fueron, en los tesoros que podrían haber sido descubiertos y se
quedaron para siempre escondidos en la arena. Porque cuando esto
sucede, terminamos sufriendo mucho.»
-Mi corazón tiene miedo de sufrir -dijo el muchacho al Alquimista,
una noche en que miraban al cielo sin luna.
-Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento.
Y que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus
sueños, porque cada momento de búsqueda es un momento de
encuentro con Dios y con la Eternidad.
«Cada momento de búsqueda es un momento de encuentro -dijo
el muchacho a su corazón-. Mientras busqué mi tesoro, todos mis días
fueron luminosos, porque yo sabía que cada momento formaba parte
del sueño de encontrar. Mientras busqué este tesoro mío, descubrí por
el camino cosas que jamás habría soñado encontrar, si no hubiese
tenido el valor de intentar cosas imposibles para los pastores.»
œ 89 œ

