Page 90 - El alquimista
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Entonces su corazón se quedó callado una tarde entera. Por la
                                 noche, el muchacho durmió tranquilo y cuando se despertó, su
                                 corazón empezó a contarle cosas del Alma del Mundo. Le dijo que
                                 todo hombre feliz era un hombre que llevaba a Dios dentro de sí. Y
                                 que la felicidad se podía encontrar en un simple grano de arena del
                                 desierto, como había dicho el Alquimista. Porque un grano de arena
                                 es un momento de la Creación, y el Universo tardó miles de millones
                                 de años para crearlo.
                                    «Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está
                                 esperando -le explicó-. Nosotros, los corazones, acostumbramos a
                                 hablar poco de esos tesoros, porque los hombres ya no tienen interés
                                 en   encontrarlos. Sólo hablamos de ellos a los niños. Después, dejamos
                                 que la vida encamine a cada uno hacia su destino. Pero, desgraciada-
                                 men te, pocos siguen el camino que les ha sido trazado, y que es el
                                 camino de la Leyenda Personal y de la felicidad. Consideran el mundo
                                 como algo amenazador y, justamente por eso, el mundo se convierte
                                 en   algo amenazador. Entonces, nosotros, los corazones, vamos
                                 hablando cada vez más bajo, pero no nos callamos nunca. Y deseamos
                                 que nuestras palabras no sean oídas, pues no queremos que los
                                 hombres sufran porque no siguieron a sus corazones.»
                                    -¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben
                                 continuar siguiendo sus sueños? -preguntó el muchacho al Alquimis-
                                 ta.
                                      -Porque, en este caso, el corazón es el que sufre más. Y a los
                                 corazones no les gusta sufrir.
                                    A partir de aquel día, el muchacho entendió a su corazón. Le pidió
                                 que nunca más lo abandonara. Le pidió que, cuando estuviera lejos de
                                 sus sueños, el corazón se apretase en su pecho y diese la señal de
                                 alarma. Y le juró que siempre que escuchase esta señal, también lo
                                 seguiría.
                                    Aquella noche conversó sobre todo esto con el Alquimista. Y el
                                 Alquimista entendió que el corazón del muchacho había vuelto al
                                 Alma del Mundo.
                                    -¿Qué debo hacer ahora? -preguntó el chico.
                                    -Sigue en dirección a las Pirámides -dijo el Alquimista-. Y continúa
                                 atento a las señales. Tu corazón ya es capaz de mostrarte el tesoro.
                                    -¿Era esto lo que me faltaba saber?
                                    -No -repuso el Alquimista-. Lo que te falta saber es lo siguiente:




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