Page 140 - La muerte de Artemio Cruz
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costas espesas y olvidadas, los valles dulces del trigo y el maíz, los pastizales norteños,
                  los  lagos  del  Bajío,  los  bosques  delgados  y  altos,  las  ramas  cargadas  de  heno,  las
                  cumbres blancas, los llanos de chapopote, los puertos de la malaria y el burdel, el casco
                  calcáreo del henequén, los ríos perdidos, precipitados, las horadaciones de oro y plata,
                  los indios sin la voz común, voz cora, voz yaqui, voz huichol, voz pima, voz seri, voz
                  chontal, voz tepehuana, voz huasteca, voz totonaca, voz nahua, voz maya, la chirimía y
                  el tambor, la danza terciada, la guitarra y la vihuela, los plumajes, los huesos delgados
                  de  Michoacán,  la  carne  chaparra  de  Tlaxcala,  los  ojos  claros  de  Sinaloa,  los  dientes
                  blancos  de  Chiapas,  los  huipiles,  las  peinetas  jarochas,  las  trenzas  mixtecas,  los
                  cinturones  tzotziles,  los  rebozos  de  Santa  María,  la  marquetería  poblana,  el  vidrio
                  jalisciense, el jade oaxaqueño, las ruinas de la serpiente, las ruinas de la cabeza negra,
                  las ruinas de la gran nariz, los sagrarios y los retablos, los colores y los relieves, la fe
                  pagana  de  Tonantzintla  y  Tlacochaguaya,  los  nombres  viejos  de  Teotihuacán  y
                  Papantla, de Tula y Uxmal: los traes y te pesan, son losas muy pesadas para un solo
                  hombre: no se mueven nunca y las traes amarradas al cuello: te pesan y se te han metido
                  al vientre... son tus bacilos, tus parásitos, tus amibas...
                      tu tierra
                      pensarás que hay un segundo descubrimiento de la tierra en ese trajín guerrero, un
                  primer  pie  sobre  montañas  y  barrancos  que  son  como  un  puño  desafiante  al  avance
                  desesperado y lento del camino, la presa, el riel y el poste de telégrafo: esta naturaleza
                  que  se  niega  a  ser  compartida  o  dominada,  que  quiere  seguir  existiendo  en  soledad
                  abrupta y sólo ha regalado a los hombres unos cuantos valles, unos cuantos ríos, para
                  que en ellos o a su vera se entretengan; ella sigue siendo la dueña arisca de los picachos
                  lisos e inalcanzables, del desierto plano, de las selvas y de la costa abandonada; y ellos,
                  fascinados por ese poder altanero, permanecerán con los ojos fijos en él: si la naturaleza
                  inhóspita  da  la  espalda  al  hombre,  el  hombre  da  la  espalda  al  ancho  mar  olvidado,
                  pudriéndose en su feracidad caliente, hirviendo con riquezas perdidas
                      heredarás la tierra
                      no verás otra vez esos rostros que conociste en Sonora y en Chihuahua, que un día
                  viste  dormidos,  aguantándose,  y  al  siguiente  encolerizados,  arrojados  a  esa  lucha  sin
                  razones ni paliativos, a ese abrazo de los hombres a los que otros hombres separaron, a
                  ese decir aquí estoy y existo contigo y contigo y contigo también, con todas las manos y
                  todos los rostros vedados: amor, extraño amor común que se agotará en sí mismo: te lo
                  dirás  a  ti  mismo,  porque  lo  viviste  y  no  lo  entendiste  al  vivirlo:  sólo  al  morir  lo
                  aceptarás y dirás abiertamente que aun sin comprenderlo lo temiste durante cada uno de
                  tus días de poder: temerás que ese encuentro amoroso vuelva a estallar; ahora morirás y
                  no lo temerás ya porque no lo verás; pero dirás a los demás que lo teman: teman la falsa
                  tranquilidad que les legas, teman la concordia ficticia, la palabrería mágica, la codicia
                  sancionada: teman esta injusticia que ni siquiera sabe que lo es:
                      aceptarán  tu  testamento:  la  decencia  que  conquistaste  para  ellos,  la  decencia:  le
                  darán gracias al pelado Artemio Cruz porque los hizo gente respetable; le darán gracias
                  porque  no  se  conformó  con  vivir  y  morir  en  una  choza  de  negros;  le  darán  gracias
                  porque salió a jugarse la vida: te justificarán porque ellos ya no tendrán tu justificación:
                  ellos ya no podrán invocar las batallas y los jefes, como tú, y escudarse detrás de ellos
                  para justificar la rapiña en nombre de la revolución  y el engrandecimiento propio en
                  nombre  del  engrandecimiento  de  la  revolución:  pensarás  y  te  asombrarás:  ¿qué
                  justificación  van  a  encontrar  ellos?  ¿qué  barrera  van  a  oponer?:  no  lo  pensarán,
                  disfrutarán de lo que les dejas mientras puedan; vivirán felices, se mostrarán adoloridos
                  y  agradecidos  —en  público,  no  pedirás  más—  mientras  tú  esperas  con  un  metro  de

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