Page 136 - La muerte de Artemio Cruz
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Los alejaba, los acercaba: la marea del baile y la conversación. Sólo ahora, este
joven de sonrisa abierta y pelo rubio se colocó en cuclillas al lado del viejo, balanceó la
copa de champaña con una mano, tomó el brazo del sillón con la otra... El joven
preguntó si no lo distanciaría y el viejo le dijo: —No ha hecho usted otra cosa durante
toda la noche, señor Ceballos... y no miró al joven... siguió con la mirada fija en el
centro del bullicio... una regla no escrita... los invitados no debían acercársele, salvo
para elogiar la casa y la cena apresuradamente... respetar su distancia... impune...
agradecer la hospitalidad con la diversión... escena y butaca... no se daba cuenta...
obviamente el joven Ceballos no se daba cuenta... —¿Sabe? Lo admiro... él hurgó en la
bolsa del saco y extrajo un paquete arrugado de cigarrillos... lo encendió lentamente...
sin mirar al joven... que decía que sólo un rey podía mirar con el desprecio con que él
los miró cuando... y él le preguntó si era la primera vez que asistía a... y el joven
respondió que sí... —¿Su suegro no le...? —Cómo no... —Entonces... —Esas reglas
fueron hechas sin consultarme, don Artemio... no se resistió... con los ojos lánguidos...
volutas de humo... dio la cara a Jaime y el joven le miró sin pestañear... picardía en la
mirada... juego de los labios y las quijadas... del viejo... del joven... se reconoció, ah... le
desconcertó, ah... —¿Qué cosa, señor Ceballos?... qué cosa sacrificó... —No le
entiendo... no le entendía, decía que no le entendía... exhaló una risa por las ventanas de
la nariz... —La herida que nos causa traicionarnos, amigo... ¿Con quién piensa que está
hablando? ¿Se le ocurre que yo me engaño...? Jaime le acercó el cenicero... ah, cruzaron
el río a caballo, aquella mañana... —¿...en una justificación...? ... observaba sin ser
observado... —Seguramente su suegro y otras personas con las que usted trata...
cruzaron el río, esa mañana... — ... que nuestra riqueza se justifica, que hemos trabajado
para alcanzarla... —... nuestra recompensa, ¿eh?... le preguntó si irían juntos, hasta el
mar... —¿Sabe usted por qué estoy por encima de toda esta gentecita... y la domino?...
Jaime le acercó el cenicero; hizo un gesto con el cigarrillo consumido... salió del vado
con el torso desnudo... —Ah, usted se acercó, yo no lo llamé... Jaime entrecerró los ojos
y bebió de la copa... —¿Pierde sus ilusiones?... Ella repetía, —Dios mío, no merezco
esto, levantando el espejo, preguntándose si eso es lo que él vería cuando regresara... —
Pobre Catalina... —Porque no me engaño... distinguirán en la otra ribera un espectro de
tierra, un espectro, sí... —¿Qué le parece esta fiesta? ...vacilón, qué rico vacilón, cha,
cha, cha... Olía a plátano. Cocuya... —No me importa... él apretó las espuelas; dio el
rostro y sonrió... —... mis cuadros, mis vinos, mis cómodas y las domino igual que a
ustedes... —¿Le parece...? ...recordaste tu juventud por él y por estos lugares... —El
poder vale en sí mismo, eso es lo que sé, y para tenerlo hay que hacer todo... pero no
quisiste decirle cuánto significaba para ti porque quizás hubieras forzado su afecto... —
... como lo he hecho yo y su suegro y todos esos que bailan allí enfrente... esa mañana lo
esperaba con alegría... —... como lo tendrá que hacer usted, si quiere... —Colaborar con
usted, don Artemio, ver si en una de sus empresas, pueda usted... el brazo levantado del
muchacho indicó hacia el oriente, por donde sale el sol, hacia la laguna... —
Generalmente, esto se arregla de otra manera... los caballos corrieron lentamente,
separando las hierbas ancladas, agitando las crines, levantando una espuma deshecha...
—...el suegro me llama e insinúa que el yerno es... se vieron a los ojos, sonrieron... —
Pero ya ve, yo tengo otros ideales... al mar libre, al mar abierto, hacia donde corrió
Lorenzo, ágil, hacia las olas que le estallaron alrededor de la cintura... —Aceptó las
cosas como son; se hizo realista... —Sí, eso es. Igual que usted, don Artemio... le
preguntó si nunca pensaba en lo que hay del otro lado del mar; la tierra se parece toda,
sólo el mar es distinto... —¡Igual que yo!... Le dijo que había islas... —... ¿luchó en la
revolución, expuso el pellejo, estuvo a punto de ser fusilado?... el mar sabía a cerveza
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