Page 151 - COELHO PAULO - El Demonio Y La Srta Prym 4.RTF
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cometer un crimen por venganza y el sacerdote no
                   tenía experiencia con las armas y, posiblemente,
                   fallaría el tiro.
                            La señorita Prym tenía razón: creer en los
                   demás es muy arriesgado. De repente, parecía que
                   todos se habían dado cuenta de ello, porque
                   empezaron a abandonar aquel lugar, primero, los
                   mayores, después, los más jóvenes.
                            Bajaron por la cuesta, en silencio, intentando
                   pensar en el tiempo, en las ovejas que tenían que
                   trasquilar, en el campo que debían arar de nuevo,
                   en la temporada de caza que estaba a punto de
                   empezar. Aquello no había sucedido, porque Viscos
                   es una aldea perdida en el tiempo, en donde todos
                   los días son iguales.
                            Cada uno se decía a sí mismo que aquel fin de
                   semana sólo había sido un sueño.
                            O una pesadilla.


                            En el claro, sólo permanecieron tres personas
                   y dos farolillos; una de las tres personas dormía
                   atada a una piedra.
                   -Aquí tienes el oro de tu aldea -dijo el
                   extranjero a Chantal-. Al final, me quedo sin el
                   oro y sin mi respuesta.
                   -No es de mi aldea: es mío. Así como el lingote
                   que está junto a la roca en forma de Y. Y tú me
                   acompañarás a cambiarlo por dinero; no confío en
                   tus palabras.
                   -Sabes muy bien que no habría hecho nada de lo
                   que has dicho. Y, por lo que respecta al desprecio
                   que sientes por mí, en realidad, se trata del
                   desprecio que sientes por ti misma. Deberías
                   estarme agradecida por todo lo que ha sucedido, ya
                   que, al mostrarte el oro, te di mucho más que la
                   posibilidad de hacerte rica.
                   -¡Muy generoso! -replicó Chantal, con ironía-.
                   Desde el primer momento, podría haberte comentado
                   algo acerca de la naturaleza del ser humano;
                   aunque Viscos sea un pueblo decadente, tuvo un
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