Page 109 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               al odio de esta jornada, jamás la Inglaterra habrá tenido tan bella
               esperanza, tan mal interpretada en sus desvaríos.
               HOTSPUR.- Pienso, primo, que te has enamorado de sus locuras;
               jamás oí hablar de un príncipe tan desenfrenadamente libertino. Pero,
               sea lo que sea, quiero antes de esta noche, estrecharlo en mis brazos
               de soldado, hasta ahogarlo bajo mi caricia. A las armas! a las armas,
               con prisa! Compañeros, soldados, amigos, mejor que yo, que no se
               hablar, exalte el sentimiento del deber vuestro ardor y entusiasmo.
                   (Entra un mensajero)
               MENSAJERO.- Milord, una carta para vos.
               HOTSPUR.- No puedo leerla ahora. Caballeros, el tiempo de la vida
               es muy corto, pero gastado ese breve plazo cobardemente, sería
               demasiado largo, aunque, cabalgando sobre la aguja de un reloj, la
               vida se detuviera al cabo de una hora. Si vivimos, vivimos para hollar
               cabezas de reyes; si morimos, hermosa muerte, cuando príncipes
               mueren con nosotros! Ahora para nuestra conciencia, bellas son las
               armas, cuando se levantan por una causa justa.
                   (Entra otro mensajero)
               MENSAJERO.- Preparaos, milord; el rey avanza rápidamente.
               HOTSPUR.- Gracias le sean dadas porque me corta mi cuento; no
               hago profesión de elocuencia. Una palabra sola: que cada uno haga
               cuanto pueda. Y saco aquí mi espada, cuyo temple juro enrojecer con
               la mejor sangre que encuentre en los azares de este día peligroso.
               Ahora  Esperanza! Percy!  y adelante. Que resuenen todos los
               instrumentos soberbios de la guerra y abracémonos bajo ese acorde,
               por que, apostaría el cielo contra la tierra, que muchos de nosotros no
               podremos renovar esa cortesía.
                      (Suenan las trompetas; se abrazan y salen)








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