Page 152 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               culpa. De esa manera el mundo se aumenta y las parentelas se
               fortalecen poderosamente.
               POINS.- Qué mal suena, después de vuestras duras proezas, ese
               lenguaje fútil en vuestros labios! Decidme, cuántos buenos jóvenes
               príncipes harían lo que hacéis, estando sus padres enfermos como está
               el vuestro en este momento?
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Debo decirte una cosa, Poins?
               POINS.- Sí, con tal que sea algo de primera.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- De todas maneras, siempre será muy buena
               para un espíritu de tu calibre.
               POINS.- Adelante; espero a pie firme el choque de la cosa que queréis
               decirme.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Bien; te diré que no me conviene mostrarme
               triste, ahora que mi padre está enfermo; sin embargo, puedo decirte
               (como a alguien que se antoja, a falta de otro mejor, llamar amigo)
               que podría estar triste y bien triste a la verdad.
               POINS.- No es cosa fácil, si es por esa causa.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Por mi fe que me juzgas ya tan en las buenas
               gracias del demonio, como tú o Falstaff, por lo empedernido de mi
               perversidad. Tiempo al tiempo y verás el hombre. Pero te lo digo: mi
               corazón sangra por dentro, de que mi padre esté enfermo. En una
               compañía tan vil como la tuya, he debido naturalmente evitar toda
               ostentación de dolor.
               POINS.- Y porqué razón?
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Qué pensarías de mí, si me vieras llorar?
               POINS.- Pensaría que eres el príncipe de los hipócritas.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Así pensaría todo el mundo. Hombre feliz,
               que piensas como todo el mundo! Jamás el pensamiento de un hombre
               siguió mejor la senda trillada que el tuyo! En efecto, en la idea del
               vulgo, debo ser un hipócrita. Y qué es lo que determina a vuestro
               venerable pensamiento a pensar así?



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