Page 204 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               cabeza) que el cielo la guarde! Que todas las fuerzas del mundo se
               reúnan en un brazo gigante, no me arrancarán éste honor hereditario.
               La recibí de ti y a los míos la trasmitiré, como tú la dejaste. (Sale)
               REY ENRIQUE.- (Despertándose) Warwick? Gloster! Clarence!
                   (Vuelve Warwick y los otros)
               CLARENCE.- Llama el rey?
               WARWICK.- Qué desea Vuestra Majestad? Cómo se encuentra
               Vuestra Gracia?
               REY ENRIQUE.- Por qué me habéis dejado solo aquí, milords?
               CLARENCE.- Dejamos al príncipe mi hermano aquí, mi señor, quién
               se encargó de velar por vos.
               REY ENRIQUE.- El príncipe de Gales? Dónde está? Dejadme verle.
               No está aquí.
               WARWICK.- Esa puerta está abierta; ha salido en esa dirección.
               HUMPHREY.- No ha pasado por el cuarto en que estábamos.
               REY ENRIQUE.- Dónde está la corona? Quién la ha tomado de mi
               cabecera?
               WARWICK.- Cuando nos retiramos, mi señor, la dejamos aquí.
               REY ENRIQUE.- El príncipe la habrá tomado; id en su busca. Tiene
               tal prisa que confunde mi sueño con mi muerte? Encontradle milord
               de Warwick y traedle aquí en el acto.
                   (Sale Warwick)
                   Esa conducta de su parte se une a la enfermedad para acelerar mi
               fin., Ved, hijos, como sois! Cuan pronto la naturaleza cae en la
               rebelión, cuando el oro es su objetivo! Para eso los padres,
               insensatamente inquietos, han roto su sueño con las preocupaciones,
               su cerebro por los cuidados, sus huesos por la labor! Para eso han
               engrosado y apilado impuros montones de oro extrañamente
               adquiridos! Para eso se han preocupado de educar a sus hijos en las
               artes y en los ejercicios de la guerra! Tal como las abejas, tomando a
               cada flor su dulce savia, con los muslos cargados de cera y la boca de
               miel, llevamos nuestro tesoro a la colmena y, como a las abejas, se nos

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