Page 14 - El avaro - Molière - Ciudad Seva
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El avaro - Molière - Ciudad Seva                                       http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/moliere/avaro.htm




                  VALERIO. ¡Ah! Bien sabemos que eso no admite réplica. ¿Quién diantres puede
                  oponerse a ello? No quiero decir que no existan muchos padres que prefieran atender a la
                  satisfacción de sus hijas más que al dinero que pudieran entregar; que no quieren
                  sacrificarlas al interés, y que procuran, más que nada, crear en un matrimonio esa tierna
                  conformidad que mantiene en él sin cesar el honor, la tranquilidad y la alegría, y que...


                  HARPAGÓN. ¡Sin dote!

                  VALERIO. Es cierto; eso cierra la boca en absoluto. ¡Sin dote! ¡No hay modo de resistir
                  a tal razón!

                  HARPAGÓN. (Mirando hacia el jardín y aparte.) ¡Hola! Paréceme oír el ladrido de un
                  perro. ¿No estará amenazado mi dinero? (A Valerio.) No os mováis; vuelvo al instante.
                  (Vase.)



                                                     ESCENA VIII

                                                   ELISA y VALERIO

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                  ELISA. ¿ Queréis chancearos , Valerio, hablándole así?

                  VALERIO. Era para no enojarle y por lograr mejor éxito. Chocar de frente con su criterio
                  sería el medio de echarlo todo a perder, y existen ciertos espíritus que sólo deben
                  atacarse con rodeos; temperamentos enemigos de toda resistencia; caracteres reacios a
                  los que encocora la verdad, que se rebelan siempre contra el camino recto de la razón y a
                  los que sólo se puede llevar con rodeos a donde quiere uno conducirlos. Fingid que
                  accedéis a lo que él quiere; conseguiréis mejor vuestro fin, y...

                  ELISA. Pero ¿y ese casamiento, Valerio?

                  VALERIO. Ya buscaremos medios para desbaratarlo.


                  ELISA. Mas ¿qué inventaremos, si ha de efectuarse esta noche?

                  VALERIO. Hay que solicitar un aplazamiento y fingir alguna enfermedad.

                  ELISA. Pero descubrirán el engaño si llaman a los médicos.


                  VALERIO. ¿Os chanceáis? ¿Es que los galenos saben algo? Vamos, vamos; con ellos
                  podéis tener la dolencia que os plazca; encontrarán razones para deciros de qué proviene.



                                                      ESCENA IX


                                           HARPAGÓN, ELISA y VALERIO

                  HARPAGÓN. (Aparte, al fondo de la escena.) No era nada, a Dios gracias.

                  VALERIO. (Sin ver a Harpagón.) En fin, nuestro último recurso es que la fuga puede
                  ponernos a cubierto de todo; y si vuestro amor, bella Elisa, es capaz de tener entereza...
                  (Viendo a Harpagón.) Sí; una hija tiene que obedecer a su padre. No debe mirar cómo
                  está hecho un marido; y cuando la gran razón de sin dote coincide en ello, debe estar
                  dispuesta a aceptar cuanto le den.





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