Page 18 - El avaro - Molière - Ciudad Seva
P. 18

El avaro - Molière - Ciudad Seva                                       http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/moliere/avaro.htm




                  FLECHA. Tened paciencia. «Más tres grandes mosquetes guarnecidos de nácar de
                  perlas, con las horquillas correspondientes haciendo juego. Más un horno de ladrillo, con
                  dos retortas y tres recipientes, muy útiles para los aficionados a destilar.»

                  CLEANTO. ¡Me sofoca la rabia!


                  FLECHA. Calma. «Más un laúd de Bolonia, provisto de todas sus cuerdas o poco menos.
                  Más un juego de boliches y un tablero para damas con un juego de la oca, modernizado
                  desde los griegos, muy apropiado para pasar el tiempo cuando no se tiene nada que
                  hacer. Más una piel de lagarto de tres pies y medio, rellena de heno, curiosidad agradable
                  para colgar del techo de una estancia. Todo lo mencionado anteriormente vale
                  honradamente más de cuatro mil quinientas libras, y queda rebajado a la suma de mil
                  escudos, por consideración del prestamista.»

                  CLEANTO. ¡Que se lleve el diablo con su consideración a ese traidor y verdugo! ¿Hase
                  visto jamás usura semejante? Y, no contento con el enorme interés que exige, ¿quiere
                  aún obligarme a aceptar por tres mil libras las inútiles antiguallas que ha recogido? No
                  sacaré ni doscientos escudos por todo eso, y, sin embargo, tengo que pasar por lo que
                  quiere, pues está en situación de hacérmelo aceptar todo y me pone, el bandido, el puñal
                  en el cuello.


                  FLECHA. Os veo, señor, aunque ello os desagrade, tomar el mismo camino que seguía
                  Panurgo para arruinarse, tomando dinero anticipado, comprando caro, vendiendo barato
                  y dilapidando su hacienda por adelantado.

                  CLEANTO. ¿Y qué quieres que le haga? A esto se ven reducidos los jóvenes de hoy por
                  la maldita avaricia de los padres, ¡y luego se extrañan de que los hijos deseen su muerte!

                  FLECHA. Hay que confesar que el vuestro irritaría con su ruindad al hombre más
                  prudente del mundo. No tengo, a Dios gracias, inclinaciones muy patibularias, y entre
                  mis compañeros, a los que veo entremeterse en muchos pequeños comercios, sé zafarme
                  hábilmente y apartarme de todas las galanterías que huelen levemente a horca; mas, a
                  deciros verdad, me daría, con sus procedimientos, tentaciones de robarle; y creería, al
                  hacerlo, que realizaba una acción meritoria.


                  CLEANTO. Trae acá ese inventario, que lo vuelva a leer.



                                                       ESCENA II

                       HARPAGÓN, MAESE SIMÓN, CLEANTO y FLECHA al fondo de la escena

                  MAESE SIMÓN. Sí, señor; es un joven que necesita dinero; sus negocios le apremian a
                  encontrarlo, y pasará por todo cuanto le prescribáis.

                  HARPAGÓN. Pero ¿creéis, maese Simón, que no se corre ningún riesgo? ¿Y sabéis el
                  nombre, los bienes y la familia de ese por quien habláis?

                  MAESE SIMÓN. No; no puedo informaros de ello muy a fondo, y sólo por casualidad
                  me han dirigido a él; mas él mismo os lo aclarará todo, y su presentador me ha asegurado
                  que os satisfará conocerle. Todo cuanto puedo deciros es que su familia es muy rica, que
                  él no tiene ya madre y que os garantiza, si queréis, que su padre morirá antes de ocho
                  meses.






 18 de 57                                                                                                 20/04/2006 15:43
   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22   23