Page 31 - Octavio Paz - El Arco y la Lira
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francesa moderna nace con la prosa romántica y sus precursores son Rousseau y Chateaubriand. La prosa
        deja de ser la servidora de la razón y se vuelve el confidente de la sensibilidad. Su ritmo obedece a las
        efusiones del corazón y a los saltos de la fantasía. Pronto se convierte en poema. La analogía rige el universo
        de Aurelia; y los ensayos de Aloysius Bertrand y de Baudelaire desembocan en la vertiginosa sucesión de
        visiones de Las iluminaciones. La imagen hace saltar a la prosa como descripción o relato. Lautréamont
        consuma la ruina del discurso y la demostración. Nunca ha sido tan completa la venganza de la poesía. El
        camino quedaba abierto para libros como Nadja, Le Paysan de Parisy Un Certain Plume... El verso se
        beneficia de otra manera. El primero que acepta elementos prosaicos es Hugo; después, con mayor lucidez y
        sentido, Baudelaire. No se trataba de una reforma rítmica sino de la inserción de un cuerpo extraño —humor,
        ironía, pausa reflexiva— destinado a interrumpir el trote de las sílabas. La aparición del prosaísmo es un alto,
        una cesura mental; suspensión del ánimo, su función es provocar una irregularidad. Estética de la pasión,
        filosofía de la excepción. El paso siguiente fue la poesía popular y, sobre todo, el verso libre. Sólo que, por lo
        dicho más arriba, las posibilidades del verso libre eran limitadas; Eliot observa que en manos de Laforgue no
        era sino una contracción o distorsión del alejandrino tradicional. Por un momento pareció que no se podía ir
        más allá del poema en prosa y del verso libre. El proceso había llegado a su término. Pero en 1897, un año
        antes de su muerte, Mallarmé publica en una revista Un Coup de des jamáis nyabolirá le hasard.
        Lo primero que sorprende es la disposición tipográfica del poema. Impresas en caracteres de diversos
        tamaños y espesores —versales, negrillas, bastardillas— las palabras se reúnen o dispersan de una manera
        que dista de ser arbitraria pero que no es la habitual ni de la prosa ni de la poesía. Sensación de encontrarse
        ante un cartel o aviso de propaganda. Mallarmé compara esta distribución a una partitura; la différence de
        caracteres d'imprimerie... dicte son importance a Vemission órale. Al mismo tiempo, advierte que no se trata
        propiamente de versos —traits sonores réguliers— sino de subdivisions prísmatiques de Vldée. Música para
        el entendimiento y no para la oreja; pero un entendimiento que oye y ve con los sentidos interiores. La Idea
        no es un objeto de la razón sino una realidad que el poema nos revela en una serie de formas fugaces, es
        decir, en un orden temporal. La Idea, igual a sí misma siempre, no puede ser contemplada en su totalidad
        porque el hombre es tiempo, perpetuo movimiento: lo que vernos y oímos son las «subdivisiones» de la Idea
        a través del prisma del poema. Nuestra aprehensión es parcial y sucesiva. Además, es simultánea: visual
        (imágenes suscitadas por el texto), sonora (tipografía: recitación mental) y espiritual (significados intuitivos,
        conceptuales y emotivos). Más adelante, en la misma nota que precede al poema, el poeta nos confía que no
        fue extranjera a su inspiración la música escuchada en el concierto. Y para hacer más completa su
        afirmación, agrega que su texto inaugura un género que será al antiguo verso lo que la sinfonía es a la música
        vocal. La nueva forma, insinúa, podrá servir para los temas de imaginación pura y para los del intelecto,
        mientras que el verso tradicional seguirá siendo el dominio de la pasión y de la fantasía. Por último, nos
        entrega una observación capital: su poema es una tentativa de reunión de poursmtes particuliéres et chéres a
        notre temps, le vers libre et le poéme en prose.
        Aunque la influencia de Mallarmé ha sido central en la historia de la poesía moderna, dentro y fuera de
        Francia, no creo que hayan sido exploradas enteramente todas las vías que abre a la poesía este texto. Tal vez
        en esta segunda mitad del siglo, gracias a la invención de instrumentos cada vez más perfectos de
        reproducción sonora de la palabra, la forma poética iniciada por Mallarmé se desplegará en toda su riqueza.
        La poesía occidental nació aliada a la música; después, las dos artes se separaron y cada vez que se ha
        intentado reunirías el resultado ha sido la querella o la absorción de la palabra por el sonido. Así, no pienso
        en una alianza entre ambas. La poesía tiene su propia música: la palabra. Y esta música, según lo muestra
        Mallarmé, es más vasta que la del verso y la prosa tradicionales. De una manera un poco sumaría, pero que es
        testimonio de su lucidez, Apollinaire afirma que los días del libro están contados: la typographie termine
        brillamment la carriére, a ¡'aurore des moyens noveaux de reproduction que sont le cinema et le pbonograpbe.
        No creo en el fin de la escritura; creo que cada vez más el poema tenderá a ser una partitura. La poesía
        volverá a ser palabra dicha.
        Un Coup de des cierra un período, el de la poesía propiamente simbolista, y abre otro: el de la poesía
        contemporánea. Dos vías parten de Un Coup de des: una va de Apollinaire a los surrealistas; otra de Claudel
        a SaintJohn Perse. El ciclo aún no se cierra y de una manera u otra la poesía de Rene Char, Francis Ponge e
        Yves Bonnefoy se alimenta de la tensión, unión y separación, entre prosa y verso, reflexión y canto. A pesar
        de su pobreza rítmica, gracias a Mallarmé la lengua francesa ha desplegado en este medio siglo las
        posibilidades que contenía virtualmente el romanticismo alemán. Al mismo tiempo, por camino distinto al de
        la poesía inglesa, pero con intensidad semejante, es palabra que reflexiona sobre sí misma, conciencia de su
        canto. En fin, la poesía francesa ha destruido la ilusoria arquitectura de la prosa y nos ha mostrado que la
        sintaxis se apoya en un abismo. Devastación de lo que tradicionalmente se llama «espíritu francés»: análisis,
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