Page 86 - Los Humanoides - Jack Willianson
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—Tiene que olvidar todos sus intereses científicos


            —prosiguió aquella voz metálica y bondadosa—. Debe

            buscar una actividad más inocente. Le sugiero que se

            dedique al ajedrez.


                    Claypool comenzó a maldecir explosivamente. La


            pequeña máquina lo estudió sin alterarse. Un nuevo

            temor dominó al astrónomo.


                    —¿Dónde                 está          mi          esposa?             —inquirió


            ansiosamente.


                    —Aquí, doctor —le aseguró la límpida y cristalina

            voz metálica—. En la sala de juegos.


                    —¿Quiere avisarle que he regresado?


                    —Ya se lo hemos dicho.


                    —¿Qué  contestó?  —el  temor  aumentó  en


            intensidad.


                    —Nos preguntó quién era usted.


                    —¿Cómo?  —el  terror  oscuro  lo  dominó  por


            completo— ¿Qué quiere decir? ¿Está bien?


                    —Ahora  sí,  pero  no  lo  estuvo  durante  mucho

            tiempo. Nuestra unidad televisora advirtió que por las

            noches  sollozaba  en  su  dormitorio  en  lugar  de


            descansar. Entonces ...


                    Una furia fría se apoderó de Claypool.


                    —¿Qué le han hecho? —rugió.





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