Page 87 - Los Humanoides - Jack Willianson
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—Nuestra función derivada del texto del Principal


            Mandato  consiste  en  hacer  dichosos  a  los  seres

            humanos,  no  infelices.  Le  preguntamos  por  qué  era

            desdichada  y  nos  confesó  su  temor  de  perder  su


            juventud  y  su  belleza.  Además  temía  que  usted

            regresara...


                    —¿Ruth? —gritó incrédulo el astrónomo, sintiendo

            el  gasto  de  las  lágrimas  que  se  amontonaban  en  su


            garganta—. Yo la dejé completamente feliz cuando me

            marché hacia la capital.


                    —Ella era feliz cuando trabajaba en el Observatorio


            —repuso  la  voz  serena  del  humanoide—,  porque  lo

            hacía para usted. Luego se sintió desdichada. Pero ya


            no lo es más.


                    —¡Lléveme a verla!


                    Claypool  siguió  al  humanoide  a  través  del

            perfumado  jardín,  apresurándose  a  cruzarlo,  pues  el

            aroma de las flores irritaba su delicada pituitaria.



                    El nuevo edificio era totalmente plástico y la luz

            surgía de sus paredes, cambiando de color a voluntad

            del ocupante. Al llegar a la puerta de la ʺsala de juegosʺ,


            el penetrante y delicado perfume que acostumbraba a

            usar Ruth hizo que Claypool aspirara profundamente,

            sintiendo que el corazón se le aceleraba.



                    La habitación era grande y agradable; sus paredes

            estaban decoradas con niños y animales jugando. Ruth


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