Page 89 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Claypool avanzó hacia Ruth, conteniendo la
respiración para protegerse de aquel perfume
excesivamente penetrante. Las lágrimas lo cegaron y se
sintió lleno de odio hacia el humanoide que estaba tras
su esposa.
—¡Querida mía¡ —exclamó con voz quebrada—.
¿Qué te han hecho?
Ruth lo miró y en ese momento la pila de cu IDOS
que estaba levantando cayó silenciosamente,
rebotando. Su alterada psiquis debió captar en ese
momento el terror que dominaba a su marido, porque
dijo con infantil acento:
—¡Ellos no nos hacen daño... son nuestros amigos!
Luego se volvió hacia los cubos caídos. El
humanoide se inclinó para volver a levantar la torre de
juguete.
Ruth lanzó una risa alegre y batió palmas.
Claypool comprendió que su esposa había vuelto a
olvidarlo.
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