Page 194 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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los  otros  conservando  su  forma,  convirtiéndose


              en pequeños montones de asteriscos y flores que


              encajaban  en  sus  geometrías  perfectas  como


              bloques de juguete.




                     Algo parecido a la risa. Que una flor pudiera


              ser tan pequeña, tan fugaz, que un copo de nieve


              pudiera  ser  tan  grande,  tan  persistente.  La


              improbable sencillez. Solté un gemido. ¿Por qué


              no  existe  una  palabra  para  el  sonido  que  se



              encuentra entre la risa y el llanto?



                     Y  de  repente  estaba  hambriento.  Aparté  la



              vista de mi manga izquierda y miré aquel puerto.


              El risco y el picacho que se levantaban sobre mí


              se  oscurecieron.  ¿Qué  coño  estás  haciendo


              aquí?  ¿En  qué  estabas  pensando,  Hig?  ¿Qué


              haces tan arriba y tan tarde?




                     Lo que no hay que hacer nunca: dejar que te


              pille  la  noche  por  encima  del  límite  forestal.  En


              esta  época  del  año  las  tormentas  se  desplazan



              veloces, migran como todo lo demás. Expuesto al


              frío.  Un  pánico  antiguo  creció  en  mi  pecho.  El


              pánico al anochecer, a la tormenta, a estar solo a


              campo abierto. Me cagué de miedo.




                     Tenía que bajar, descender.






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