Page 195 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Me  refiero  a  que  el  pánico  me  era  familiar


              como  es  familiar  una  náusea  o  una  resaca


              espantosa, pero llevaba tanto tiempo ausente que


              creía  que  se  había  esfumado.  Cuando  estás


              atrapado  entre  la  vida  y  la  muerte  el  pánico  no


              sirve de nada, vamos. Pero no. Quiero decir que


              no  se  había  esfumado.  No  me  era  ajeno  en


              absoluto.  Un  pánico  familiar,  con  un  olor



              característico,  con  su  forma  particular  de


              estrechar el espacio. Recogí la cuerda del trineo.


              Me di la vuelta y miré mis propias huellas sobre


              una capa de nieve congelada. Miré la oscuridad


              que  se  iba  espesando  con  los  copos.  Era


              demasiado tarde para moverse. Mierda.




                     El caso es que Jasper siempre me calmaba.


              Como nunca se ponía muy nervioso, salvo, quizá,



              cuando  veía  un  rastro  de  lobos,  yo  también


              estaba tranquilo.




                     Todo  estaba  en  calma.  Sin  viento  no  había


              peligro. Podía construir un cobertizo con la lona y


              una roca y meterme dentro del saco y dormir. A la


              mañana  siguiente,  si  no  había  mucha  nieve,


              bajaría  sin  problema  y  ganaría  el  refugio  de  los


              árboles.  Medio  día  y  estaría  pescando  en  el


              arroyo. Un descenso de unas pocas horas.






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