Page 236 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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traseros y meneaba la cola, y él, como las figuras
de la urna griega, nunca llegaba a tocarlo, nunca
llegaba a su objetivo: su padre o su madre o
alguna tía siempre se acercaban corriendo y se lo
llevaban con una débil reprimenda.
Lo siento, Hig. Todos lo sentimos.
La sinceridad de aquellas palabras, su
dignidad. Después de lo que todos habían
perdido y… Daba igual. Eran mi familia. Borré la
segunda lágrima que cayó en la tierra y me dije
que no habría una tercera. Delante de ellos no.
Gracias.
Una niña pequeña dio un paso al frente. Se
llamaba Matilda. Llevaba un puñado de ásteres
silvestres en la mano. Llegó hasta la mitad de la
Zona y los dejó en el suelo y me sonrió.
Los cogí antes, dijo. Para ti.
¿Un regalo?
Asintió, levantando la vista hacia mí. Sonrió,
bonita, la piel cerosa, círculos oscuros alrededor
de los ojos.
Gracias, dije. Gracias. Y rompí a llorar. Lloré
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