Page 452 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Melissa  y  yo  habíamos  compartido  algunas  de


              nuestras mejores acampadas allí arriba. Una vez


              plantamos la tienda al borde de un lago durante


              una semana, no había carreteras en kilómetros a


              la redonda y las truchas prácticamente saltaban a


              nuestra sartén.




                     Aquella  zona  ya  la  habíamos  dejado  atrás


              volando  a  poca  altura,  por  debajo  del  borde  de


              los  acantilados  para  ahorrar  combustible,  con  el



              viento  cálido  entrando  a  raudales  por  el  marco


              vacío  de  la  ventanilla  que  el  Abuelo  se  había


              cargado.  Y  entonces  apareció  Grand  Junction,


              asentada sobre dos ríos y desparramada por las


              colinas del desierto. Una gran ciudad polvorienta


              que  se  extendía  hasta  la  escarpadura  de  Book


              Cliffs, por el norte.




                     Allí  estaban  las  autopistas,  las  calles,  las


              urbanizaciones,  las  calles  sin  salida,  los  techos



              planos y lisos de los hipermercados, los inmensos


              aparcamientos.  Estaba  la  zona  industrial  que


              seguía  el  río  Colorado,  las  vías  del  tren,  la


              falange  de  almacenes.  Los  álamos  trufaban  la


              ciudad.  Muchos  de  los  árboles  viejos  plantados


              en las calles y que dependían del riego estaban


              muertos,  como  esqueletos,  pero  muchos  otros






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