Page 500 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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hasta  que  se  muere  y  luego  regresa.  Empujé  la


              puerta del hangar, la puerta pequeña por la que


              se entra andando y está recortada en la principal,


              la  que  se  levanta,  le  di  un  golpe  tan  fuerte  que


              entré de cabeza en mi choza y rodé por el suelo


              cubierto con alfombras persas de las otras casas


              torciéndome la espalda y doblándome una rodilla,


              ay. Tras levantarme con esfuerzo me quedé tieso



              como  un  palo  y  entorné  los  ojos  para


              acostumbrarme a la penumbra.




                     En  el  techo  había  dos  paneles  corrugados


              translúcidos, blanquecinos, como dos claraboyas


              de pacotilla que servían para dar un poco de luz


              natural  cuando  se  cerraban  las  puertas.  Y  vi


              nuestro  sillón,  el  Valdez,  el  sillón  de  Jasper,  el


              banco de trabajo, el taburete, la encimera donde



              cocinaba  en  la  parte  de  atrás,  y  la  mesa  de


              linóleo  rojo  donde  disfrutábamos  de  nuestras


              comidas más refinadas. Nada más. Pero oí algo.


              Un  leve  chirrido  metálico,  como  si  hubiera  un


              ratón arañando la pared.




                     Guardaba las herramientas en un armario de


              metro ochenta de ancho con cajones corredizos.


              Era  de  acero  macizo  rojo,  una  preciosidad.


              Bangley y yo tardamos casi una mañana entera






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