Page 75 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—No  seas  gilipollas  —dijo  en  un  inglés  bastante

               decente—, esto es China.

                                     Reflexiones matutinas de


                             Hackworth; desayuno y punida al

                                                     trabajo

                  Pensando en el crimen de la mañana siguiente, John


               Percival Hackworth durmió poco y se levantó tres veces

               con el pretexto de ir al baño. En cada ocasión fue a mirar


               a  Piona,  que  dormía  con  un  camisón  blanco,  con  los

               brazos  sobre  la  cabeza  y  hundida  en  los  brazos  de

               Morfeo.  Apenas  podía  ver  su  cara  en  la  habitación


               oscura, como la luna vista a través de pliegues de seda

               blanca.




                  A las cinco de la mañana, una diana pentatónica y

               aguda  surgió  de  los  brutales  mediatrones  de  los


               norcoreanos.  Su  enclave,  que  tenía  el  nombre  de

               Sendero, no estaba muy por encima del nivel del mar: a

               un kilómetro por debajo del edificio de los Hackworth en


               altitud, y veinte grados más cálido en un día medio. Pero

               cuando el coro de mujeres empezaba con su devastador

               estribillo sobre la todopoderosa beneficencia del Sereno


               Líder, parecía que estaban en la puerta de al lado.




                  Gwendolyn ni se movió. Dormiría sin problemas una

               hora más, o hasta que Tiffany Sue, su ayuda de cámara,


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