Page 52 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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–¡Dios mío!
Todos se quedaron helados por un instante, luego le mi‐
raron y se volvieron rápidamente hacia donde él miraba.
Eran dos marcianos. Uno estaba sentado en la parte su‐
perior de la lámpara de pie; el otro, de pie encima de la ra‐
dio.
George Séller fue el primero que se recobró de la sor‐
presa, probablemente por haber estado más dispuesto que
los demás a aceptar las noticias que acababan de oír por la
radio. De modo un tanto absurdo, dijo:
–Bu... buenas noches...
–Hola, Mack –dijo el marciano que estaba encima de la
lámpara–. Oye, será mejor que tires esas cartas antes de co‐
ger otra.
–¿Eh?
–Haz lo que te digo, Mack. Tienes sietes y treses, y vas a
tener un full porque la carta de arriba es un siete.
El otro marciano dijo:
–De veras, Mack. Y vas a perder la camisa con ese full,
porque este tipo... –señaló a Harry Wainright, que había
iniciado la apuesta –abrió con tres sotas, y la cuarta es la
segunda carta de arriba. Tendrá póquer de sotas.
–Seguid jugando y lo veréis –dijo el primer marciano.
Harry Wainright se puso en pie y puso sus cartas sobre la
mesa, boca arriba, las tres sotas entre ellas. Extendió la
mano y cogió la baraja que sostenía Trimble, volviendo las
dos primeras cartas. Eran un siete y una sota. Tal como ha‐
bían dicho.
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