Page 49 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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con una ficha roja. Dix y Trimble se quedaron y George
hizo lo mismo. Los dos hombres que habían pasado entre
George y Wainright volvieron a pasar. Así, quedaron sola‐
mente cuatro en la partida, y George sólo tenía que robar
una carta para unir a sus dos parejas; si hacía un full pro‐
bablemente ganaría.
Trimble volvió a coger la baraja y dijo:
–¿Cartas, George?
–Un momento –dijo George de repente.
Había vuelto la cabeza y estaba escuchando la radio.
Ahora no emitía música, y de pronto se dio cuenta de que
ésta había cesado hacía un minuto o dos. Alguien estaba
hablando, con demasiada excitación para ser un anuncio;
la voz parecía histérica. Además ya eran las ocho y cuarto,
y el programa que había sintonizado, «La hora de las estre‐
llas», sólo era interrumpido, a la media, para un breve
anuncio.
¿Podría tratarse de un aviso de emergencia, una declara‐
ción de guerra, el aviso de un inminente ataque aéreo o
algo parecido?
–Un momento, Bob –dijo a Trimble.
Dejó las cartas encima de la mesa y se levantó. Se acercó
a la radio y elevó el volumen.
–...Pequeños hombres verdes, docenas de ellos, corriendo
por toda la emisora. Dicen que son marcianos. Tenemos
noticias de que están por todas partes. Pero no se alarmen;
no pueden causar ningún daño. Son perfectamente inofen‐
sivos porque no se les puede coger. La mano, o cualquier
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