Page 158 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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eso, los mismos que desprecian a los rehechos se
sienten fascinados con Jack Mediamisa, exista o no. No
quiero vivir en una ciudad cuya mayor forma de arte
sea la reconstrucción.
Isaac metió la mano en el bolsillo, en busca del
Renegado Rampante. Tener siquiera un ejemplar era
peligroso. Lo tanteó, imaginando un gesto de desprecio
hacia el nordeste, hacia el Parlamento, hacia el alcalde
Bentham Rudgutter y los partidos que reñían
incansables por la división del pastel. Los partidos del
Sol Grueso y las Tres Plumas; Tendencia Diversa, a los
que Lin llamaba «escoria corrupta»; los mentirosos y
seductores de Al Fin Vemos; todos ellos ralea pomposa
y dividida, como todopoderosos niños de seis años en
un cajón de arena.
Al final de la senda pavimentada con envoltorios de
caramelo, carteles, entradas, comida aplastada,
muñecas tiradas y globos reventados, esperaba Lin,
recostada sobre la entrada de la feria. Isaac sonrió con
sincero placer al verla. Cuando se acercaron, se
incorporó y los saludó mientras se dirigía hacia ellos.
Isaac vio que tenía una manzana caramelizada
apresada entre las mandíbulas. Las fauces interiores
masticaban con delicia.
¿Qué tal ha ido, tesoro?, señaló.
—Un desastre sin paliativos —protestó Isaac con
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