Page 265 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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animales podían ver las Costillas, que se curvaban
crueles sobre la ciudad oriental. Isaac apiló todas las
cajas con seres vivos en una pirámide frente al cristal.
Tenía el aspecto de un holocausto.
Al fin terminó su trabajo. Predadores y presas
revoloteaban y se graznaban los unos junto a los otros,
separados únicamente por madera y delgados
barrotes.
Isaac se coló como pudo por el angosto espacio frente
a las jaulas y abrió la gran ventana. Era de batiente
horizontal y giraba sobre el dintel, de metro y medio
de altura. Al abrirse al aire cálido, una imparable riada
de sonidos urbanos llegó acompañada del calor
nocturno.
— ¡Y ahora me lavo las manos de todos vosotros! —
gritó Isaac, que comenzaba a disfrutar.
Miró a su alrededor y regresó a la mesa un instante,
para volver con una larga vara que había empleado
muchos años atrás para señalar en las pizarras. Lo usó
ahora para tantear, levantando ganchos, descorriendo
pestillos, abriendo huecos en alambres finos como la
seda. Los frentes de las pequeñas prisiones
comenzaban a ceder. Apresuradamente, abrió todas las
portezuelas con las manos allá donde la vara no era lo
bastante precisa.
Al principio, las criaturas encerradas se mostraron
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