Page 306 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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vidas  de  otros,  sino  en  las  mentes  de  otros.  Era  un

            voyeur espiando el último refugio de los acosados. Eran

            recuerdos. Eran sueños.


                Isaac  se  vio  salpicado  por  el  líquido  psíquico.  Se

            sentía asqueado. Ya no había sucesión, no había dos

            tres  cuatro  cinco  seis  momentos  mentales  invasores,


            iluminados durante un instante por la luz de su propia

            consciencia. En realidad nadaba en fango, en un pozo


            aglutinante  de  zumo  onírico  que  fluía  y  se

            entremezclaba,  carente  de  integridad,  sangrando

            lógica e imágenes a lo largo de las vidas y los sexos y


            las  especies,  hasta  que  apenas  podía  respirar;  se

            ahogaba  en  la  pasta  espesa  de  los  sueños  y  las


            esperanzas,  en  recuerdos  y  reflexiones  que  nunca

            habían sido suyos.

                Su  cuerpo  no  era  más  que  un  saco  sin  huesos  de


            efluvio  mental.  En  algún  punto  muy  lejano  lo  oyó

            gemir  y  sacudirse  sobre  la  cama  con  un  líquido

            regurgitar.


                Le daba vueltas la cabeza. Dentro de aquella tortura

            intermitente  de  emociones  y  pathos  discernió  una

            delgada y constante corriente de disgusto y miedo que


            reconoció  como  propios.  Se  esforzó  por  alcanzarla  a

            través del lodo de dramas imaginados y vividos por la


            consciencia.  Tocó  la  náusea  incipiente  que,  sin  duda

            alguna,  él  sentía  en  aquel  momento,  se  afianzó,  se




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