Page 307 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 307

centró en ella... Isaac se aferró a ella con fervor radical.

                Se amarró a su núcleo, sacudido por los sueños a su

            alrededor. Voló sobre una ciudad de pinchos como una


            niña de seis años que se reía emocionada en una lengua

            que  nunca  había  oído,  pero  que  momentáneamente

            reconoció  como  propia;  se  sacudió  con  inexperta


            emoción al vivir el sueño erótico de un púber; nadó en

            estuarios, visitó extrañas grutas y libró batallas rituales.


            Vagó a través de la pradera lisa que era la mente onírica

            despierta  de  los  cactos.  Las  casas  mutaban  a  su

            alrededor  con  la  lógica  de  los  sueños  que  parecían


            compartir todas las razas inteligentes de Bas‐Lag.

                Nueva Crobuzon aparecía aquí y allí, en su forma


            onírica,  en  su  geografía  recordada  o  imaginaria,  con

            algunos detalles resaltados y otros ausentes, grandes

            oquedades  entre  las  calles  que  eran  recorridas  en


            segundos.

                Había otras ciudades, otros países, otros continentes

            en  aquellos  sueños.  Algunos  sin  duda  eran  tierras


            oníricas  nacidas  tras  párpados  trémulos.  Otros

            parecían referencias: conductos del sueño hacia lugares

            sólidos,  ciudades,  pueblos  y  aldeas  tan  reales  como


            Nueva Crobuzon, con arquitecturas y germanías que

            Isaac ni había visto ni había oído.


                Comprendió que el mar de sueños en el que bregaba

            contenía gotas de muy, muy lejos.




                                                           307
   302   303   304   305   306   307   308   309   310   311   312