Page 40 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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de la Ciudad Vieja acuñada entre los dos ríos, en el
punto en el que las corrientes se unían para formar el
Gran Alquitrán, y donde Isaac, como tantos otros, tenía
su laboratorio.
No había posibilidad alguna de que la viera en aquel
laberinto de sospechosos experimentos, donde la
naturaleza de la investigación hacía que hasta la
arquitectura fuera dudosa. Sin pensarlo un momento,
envió el taxi a la Estación Gidd, desde donde la línea
Dexter partía hacia el este, sobre raíles elevados que
ascendían cada vez más a medida que se alejaba del
centro.
« ¡Siga las vías!», escribió al taxista; este obedeció a
través de las amplias calles del Gidd Oeste, por el viejo
y enorme Puente Barguest, cruzando el Cancro, el río
más limpio y frío que fluía desde las Cumbres Bezhek.
Allí, Lin se detuvo y pagó añadiendo una generosa
propina; quería cubrir a pie el último kilómetro y
medio para no dejar rastro.
Se apresuró para llegar a su cita a la sombra de las
Costillas, en las Garras del Barrio Oseo, en el Distrito
de los Ladrones. Por un momento, a su espalda el cielo
se encapotó: un aeróstato zumbaba en la lejanía; motas
diminutas se agitaban erráticas a su alrededor, con
figuras aladas jugando en su estela como delfines junto
a una ballena. Frente a ellos circulaba otro tren, esta vez
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