Page 404 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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                Dentro  del  enorme  y  reseco  capullo  comenzó  un

            extraordinario proceso.


                La carne envuelta del ciempiés empezó a romperse.

            Las patas, los ojos, las cerdas, los segmentos corporales

            perdieron  su  integridad.  El  cuerpo  tubular  se  tornó


            fluido.

                Aquel ser empleaba la energía almacenada que había


            extraído  de  la  mierda  onírica  para  alimentar  la

            transformación.  Se  reorganizaba.  Su  forma  mutada

            burbujeó, rezumó por extrañas grietas dimensionales,


            supurando como un fango oleoso sobre el borde del

            mundo y otros planos, regresando después. Se dobló


            sobre sí mismo y cobró forma a partir del lodo proteano

            de su propia materia básica.

                Era inestable.


                Estaba vivo, y se produjo un momento entre formas

            en que no estuvo ni vivo ni muerto, sino saturado de

            poder.


                Y después volvió a vivir, más distinto.

                Espirales  de  caldo  bioquímico  cobraban  formas

            repentinas. Los nervios que se habían desconectado y


            disuelto regresaban con un chasquido a conformar el

            tejido sensorial. Los rasgos se disolvían y recreaban en


            nuevas y extrañas constelaciones.

                El  ser  se  flexionó  con  embrionaria  agonía  y  un




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