Page 405 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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hambre rudimentaria, aunque creciente.
Desde el exterior, nada de esto era visible. El violento
proceso de destrucción y creación era un drama
metafísico interpretado sin audiencia. Quedaba oculto
tras un opaco telón de seda frágil, una cáscara que
ocultaba la transformación con una modestia brutal,
instintiva.
Tras el lento y caótico colapso de la forma, se produjo
un breve momento en que la cosa del capullo quedó
dispuesta en un estado apenas experimentable. Y
entonces, como respuesta a impensables mareas de
carne, comenzó a construirse de nuevo. Cada vez más
rápido.
Isaac pasaba muchas horas contemplando la
crisálida. Pero no podía imaginar el conflicto interior
de autopoiesis. Lo que veía era algo sólido, una extraña
fruta colgando de un hilo insustancial en la mustia
oscuridad de un gran nido. Le perturbaba el capullo,
imaginando toda suerte de gigantescas polillas o
mariposas emergiendo de él. La cáscara no cambiaba.
Una vez o dos la tanteó con cuidado, o la mecía con
cuidado o con fuerza unos segundos. Eso era todo.
Observaba y se preguntaba por aquel ser mientras no
trabajaba en su máquina, que era lo que se llevaba la
mayor parte de su tiempo.
Pilas de cobre y vidrio comenzaron a asumir forma
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