Page 414 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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con un saludo—. Que lo pases bien.

                Isaac gruñó una despedida.

                Se detuvo en medio de la Vía del Remero y suspiró,


            por el mero placer del aire. La pequeña calle no estaba

            muy concurrida, pero tampoco desierta. Saludó a uno

            o dos de sus vecinos antes de girarse y dirigirse hacia


            la Aduja. Era un día magnífico, y había decidido pasear

            hasta los Campos Salacus.




                El  aire  cálido  se  filtraba  a  través  de  la  puerta,  las

            ventanas  y  las  grietas  en  las  paredes  del  almacén.


            Lublamai se detuvo un instante para ajustarse la ropa.

            Sinceridad jugueteaba con un escarabajo. El constructo


            había terminado de limpiar hacía un tiempo, y ahora

            aguardaba tranquilo en una esquina, con una de sus

            lentes ópticas aparentemente fija en él.


                Poco después de que Isaac se marchara, el científico

            se  levantó  e,  inclinándose  sobre  la  ventana  abierta

            junto a su mesa, ató una bufanda roja a un tornillo en


            el ladrillo. Escribió una lista de las cosas que necesitaba

            y esperó a que apareciera Teparadós. Después volvió

            al trabajo.


                A las cinco de la tarde el sol seguía en lo alto, pero ya

            comenzaba  a  descender  sobre  la  tierra.  La  luz  se


            espesaba a toda velocidad y se tornó leonada.

                Dentro  de  la  crisálida  pendular,  la  vida  en  pupa




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