Page 417 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Durante un instante permaneció sobre la madera,
débil y confuso, en la postura encorvada que había
mantenido dentro de la crisálida. Poco a poco se estiró,
saboreando el repentino espacio. Cuando se encontró
con la tela de gallinero de la jaula, la desgarró sin
esfuerzo y se arrastró hacia la pasarela.
Se descubrió. Aprendió su forma.
Comprendió que tenía necesidades.
Lublamai y Teparadós saltaron ante el chirrido y el
sonido discordante del alambre cortado. El sonido
parecía comenzar arriba y derramarse por toda la
estancia. Se miraron un instante y volvieron a alzar la
vista.
— ¿Qué es eso, jefe? —preguntó el draco.
Lublamai se levantó y escudriñó la balconada de
Isaac; se giró lentamente y revisó toda la nave. Silencio.
Se detuvo, con el ceño fruncido, observando la puerta
principal. Se preguntó si el sonido habría llegado desde
fuera.
En el espejo junto a la puerta se reflejó un
movimiento.
Un ser oscuro se alzó del suelo en lo alto de las
escaleras.
Lublamai habló, emitió algún ruido trémulo de
incredulidad, de miedo, de confusión, pero este se
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