Page 418 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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disipó  en  la  nada  tras  un  mero  instante.  Observó  el

            reflejo con la boca abierta.

                El  ente  se  desplegó  como  si  floreciera.  Era  una


            expansión tras el encierro, como la de un hombre o una

            mujer levantándose y extendiendo los brazos después

            de dormir en posición fetal, pero multiplicada en su


            vastedad.  Era  como  si  los  miembros  indistintos  de

            aquella cosa se articulasen un millar de veces, de modo


            que pudieran plegarse como una escultura de papel,

            incorporándose  y  extendiendo  brazos,  o  piernas,  o

            tentáculos,  o  colas  que  se  abrían  y  abrían  sin  parar.


            Aquel ser, que había estado agazapado como un perro,

            se  incorporaba  y  se  desarrollaba,  alcanzando  casi  el


            tamaño de un hombre.

                Teparadós chilló. Lublamai abrió la boca aún más y

            trató de moverse. No podía ver su forma, solo su piel


            oscura y reluciente, y las manos, cerradas como las de

            un niño. Sombras frías. Ojos que no lo eran. Pliegues y

            protuberancias y tesos orgánicos, como colas de rata,


            que se agitaban y retorcían como si acabaran de morir.

            Y fragmentos de hueso incoloro, del tamaño de dedos,

            que brillaban blanquecinos y se separaban rezumantes


            para mostrar que eran dientes...

                Y mientras Teparadós trataba de superar a Lublamai


            y este pugnaba por gritar, sus ojos aún clavados en la

            criatura  del  espejo,  sus  pies  trastabillando  sobre  el




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