Page 416 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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transportar el draco por el aire, algo sobre ellos se agitó.
En las sombras cada vez más oscuras de la jaula, en
el laboratorio elevado de Isaac, el capullo oscilaba
mecido por una fuerza que no era el viento. El
movimiento dentro de aquel tenso envoltorio orgánico
le transmitía una rápida vibración hipnótica. Giró,
vaciló, corcoveó. Se produjo un infinitesimal sonido de
rasgadura, demasiado débil para que Lublamai o
Teparadós pudieran oírlo.
Una húmeda, negra garra esculpida desgajó las
fibras del capullo. Se deslizó lentamente hacia arriba,
rompiendo el rígido material sin esfuerzo alguno,
como si se tratara del cuchillo de un asesino. Una
batería de sentidos totalmente alienígenos se derramó
como vísceras invisibles desde la raja. Desorientadoras
ráfagas de sentimientos vagaron un instante por la
habitación, haciendo que Sinceridad gruñera y que
Lublamai y Teparadós miraran un instante, nerviosos,
hacia arriba.
Unas manos intrincadas emergieron de la oscuridad
y sostuvieron los extremos de su prisión. Apretaron en
silencio, forzando la apertura del caparazón. Con el
más leve de los sonidos, el cuerpo trémulo se deslizó
fuera de su cáscara, húmedo y resbaladizo como un
recién nacido.
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