Page 421 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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inmóvil, que descansaba contra la pared en una
esquina de la nave, mientras las sombras
incomprensibles se desplegaban ante sus lentes. El aire
zumbaba con el sabor de Lublamai. La criatura salivó
y las alas estallaron en un frenesí; el gusto del humano
se hizo más y más fuerte, hasta que la lengua
monstruosa de aquel espanto inenarrable emergió y se
movió hacia delante, apartando sin esfuerzo a
Teparadós de su camino. La criatura tomó a Lublamai
en su famélico abrazo.
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