Page 359 - Kraken - China Mieville
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y las bicicletas de los transeúntes, y miró. Tras un


             instante de terror, gritó:




                    —¡Eh!




                    Y echó a correr hacia el atacante.




                    Pero  el  hombre  prosiguió  su  brutal  baile


             desenfrenado,  haciendo  oídos  sordos  al  grito,


             asesinando  a  cada  paso.  Su  acompañante  se



             interpuso  en  el  camino  del  organizador  y  le


             propinó  un  puñetazo  en  la  cara.  Lo  mandó  al


             cuerno, las piernas abiertas, un reguero de sangre.


             El hombre del casco lo agarró en el suelo y volvió


             a pegarle, una y otra vez. La gente lo vio y gritó.


             Llamaron a la policía. Las dos figuras vestidas de


             oscuro  continuaron,  una  con  una  desquiciada



             danza asesina, la otra rompiéndole la nariz y los


             dientes  al  sindicalista,  sacudiéndolo,  no  tanto


             como para matarlo, pero sí hasta el punto de que


             su  cara  nunca  recuperaría  el  aspecto  que  había


             tenido treinta segundos antes.




                    Un coche de policía llegó aullando, al tiempo


             que  la  paliza  y  el  aplastamiento  concluían.  Las


             puertas  del  vehículo  se  abrieron,  pero  entonces


             hubo un titubeo. Los agentes que iban dentro no


             salieron.  Cualquiera  que  estuviera  lo  bastante



             cerca pudo ver a la agente gritándole a la radio,


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