Page 360 - Kraken - China Mieville
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oyendo órdenes, gritando de nuevo, quedándose
en el coche y llevándose las manos a la cabeza con
rabia.
Los dos moteros recularon. Frente a los ojos
horrorizados de los vecinos del barrio, algunos de
ellos exigiéndoles que pararan, otros
escabulléndose de su vista, otros llamando otra
vez a la policía, los dos hombres salieron del
parque y se alejaron. No se subieron a ninguna
moto: se fueron andando, con las piernas
arqueadas y pavoneándose como marineros
violentos, por las calles del norte de Londres.
Cuando se hubieron perdido de vista, los
policías salieron y fueron corriendo hasta donde el
organizador de la UAM exhalaba burbujas de su
propia saliva ensangrentada, y donde los
huelguistas estaban hechos puré contra la tierra. A
dos calles de allí, un halo de inquietud alcanzó al
piquete aviar. Su circuito férreamente controlado
se volvió desordenado a medida que, primero uno
y después otro, se iban apartando para asomarse
por encima del tejado del ayuntamiento a ver lo
sucedido.
Profirieron graznidos. Sus llamadas resonaron
con una dimensión mucho mayor de lo que sería
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