Page 458 - Kraken - China Mieville
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Había sido un hombre de variados y
variopintos talentos. Nadie lo habría llamado
criminarca, aunque, ciertamente, no era alguien
que se dejara constreñir por tecnicismos legales.
No era un dios, ni una deidad menor, ni ninguna
suerte de guerrero. Lo que era, como él siempre
proclamó, es un académico. Eso nadie se lo habría
discutido a Grisamentum.
Sus orígenes eran oscuros («carecen de
interés», decía) y se situaban en algún punto entre
los cincuenta y los trescientos años anteriores,
dependiendo de la anécdota que contara.
Grisamentum intervenía de acuerdo con sus
propias ideas acerca de cómo debería ser Londres,
con cuyo buen criterio las fuerzas de seguridad y
aquellos que estaban a favor de que hubiera un
poquito menos de criminalidad solían coincidir
ampliamente, según sus propios conjuros.
Fue un hombre que se ganó algunos corazones
y mentes. A diferencia del Tatuaje, despiadado
innovador de la brutalidad para quien el protocolo
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