Page 487 - Kraken - China Mieville
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—¿Qué? —dijo Dane. Miraba a la estatua y a


             Billy—. ¿Qué?




                    Se habla continuamente, le dijo Billy a Dane (y


             qué gusto le dio poder contarle algo a Dane), de la



             influencia de la ciencia ficción barata en la ciencia


             real. A un elevado porcentaje de los científicos les


             causa  al  mismo  tiempo  bochorno  y  orgullo


             reconocer que se han inspirado en diversas burdas


             paparruchas  visionarias  que  adoraron  en  su


             juventud. Especialistas en satélites citan a Arthur


             Clarke,  biólogos  atraídos  a  ese  campo  por  las



             visiones de neuro y nanotecnología de los autores.


             Por  encima  de  todo,  la  lánguida  innovación


             espacial de Roddenberry significó una explosión


             demográfica  de  jóvenes  físicos  que  intentaban


             replicar  replicadores,  tricodificadores,  fásers  y


             salas de teletransporte.




                    Pero  no  eran  solo  las  ciencias  puras.  Otros


             profesionales  se  habían  criado  con  lo  mismo.


             Sociólogos  de  la  red  que  hurgaban  en  viejas


             figuraciones. Filósofos que robaban multimundos,



             agradecidos  a  los  comerciantes  de  la  realidad


             alternativa. Y, desconocidos para el gran público,


             tales  futuros  inventados  fueron  los  visionados


             seminales                 para            generaciones                    de         magos


             londinenses, y no estaban menos dispuestos que


                                                                                                          486
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