Page 541 - Kraken - China Mieville
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—Aquí no se puede fumar —le dijo el taxista,


             y  ella  se  lo  quedó  mirando,  pero  no  pudo  ni



             balbucear algo que lo dejara fulminado. Apagó el


             cigarrillo.  No  volvió  a  encenderse  otro  hasta


             encontrarse en el ala de la UDFS de la comisaría de


             Policía de Neasden.




                    Habría  que  ser  un  adepto  más  adepto  que


             Collingswood  para  alcanzar  a  comprender  una


             ínfima  parte  de  lo  que  estaba  teniendo  lugar,


             inminentemente, totalmente, por encima de todo.


             Varios dioses londinenses largamente aletargados



             habían sido despertados por el clamor, se estaban


             estirando  y  tratando  de  imponer  pompa  y


             autoridad. Aún no habían caído en la cuenta de


             que absolutamente a todos los londinenses ya se la


             sudaba lo que pasara con ellos. La tempestad esa


             noche  fue  imponente,  pero  no  eran  más  que  un


             puñado de deidades gruñonas que estaban para el


             arrastre, un divino «¿Qué demonios es todo este


             ruido?».




                    Lo bueno de verdad se estaba desarrollando en



             las  calles,  a  otra  escala.  Pocos  de  los  guardias,


             terrenales  o  no  terrenales,  de  cualquiera  de  los


             museos de Londres, podían haber explicado por


             qué  se  sintieron  de  repente  tan  extremadamente


             asustados. Era porque sus palacios de la memoria


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