Page 625 - Kraken - China Mieville
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de aburrimiento hablando de que el caos que ellos
explotaban era la «emancipación», que su
ilusionismo no lineal era la antítesis de la actitud
rayana en la línea recta que conducía, según
insistían, a Birchenau, un puto trabalenguas. Pero
siempre era un juego de manos político, para
destacar únicamente ese aspecto de la extrema
derecha. Había otra tradición, en cierto modo
reprimida, aunque no menos fiel y fielmente
fascista: el barroco decadente.
De entre las sectas fascistas, los más
exuberantes, ansiosos como strasseristas por
reclamar lo que, insistían, era el verdadero núcleo
de un movimiento desviado, eran los nazis del
caos. El crujiente cuero negro de las SS, insistían
ante los poquitos que estaban dispuestos a
escucharlos, y no a salir huyendo o a matarlos a las
primeras de cambio, era una pornografía de
cobardes, una remilgada corrupción de la
tradición.
En cambio, mirad, decían, la furia del este.
Mirad la estructura autónoma de las células del
terror de la operación Werewolf. Mirad las orgías
sibaritas en Berlín, que no eran corrupción, sino
culminación. Mirad la fecha sagrada de su
calendario: Kristallnacht, todo ese caos de esquirlas
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