Page 15 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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Fue un error darte ese recuerdo, dice la pellegrini dentro


           de  su  cabeza.  Ya  casi  es  demasiado  tarde:  este  sitio


           empieza a estrecharse.



           Mieli escupe el carozo contra la pared, que se hace


           añicos como si fuera de hielo.



           Primero, el tiempo se ralentiza.




           La bala es el dolor de cabeza que podría provocar un


           helado,  enterrándose  en  mi  cráneo.  Caigo,  pero  no


           hacia abajo, en suspensión. El desertor maestro es una


           estatua paralizada al otro lado de la línea azul, con la


           pistola aún en la mano.



           A mi derecha, la pared de cristal salta en pedazos. Los


           fragmentos flotan a mi alrededor, relucientes a la luz


           del sol, una galaxia de vidrio.



           La  ocupante  de  la  celda  se  encamina  hacia  mí  con


           paso  decidido.  La  determinación  de  sus  zancadas


           confiere a su actitud un aire de algo ensayado hace


           tiempo,  como  una  actriz  que  acabara  de  recibir  la


           señal que esperaba.



           Me mira, de arriba abajo. Lleva el pelo moreno muy


           corto, una cicatriz en el pómulo izquierdo: apenas una


           raya negra sobre el intenso fondo bronceado, precisa


           y geométrica. Sus ojos son de color verde claro.



           —Es tu día de suerte —dice—. Tienes que robar una


           cosa. —Me tiende la mano.







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