Page 20 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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Parpadeo. Me encuentro a bordo de una nave, una
aracnonave oortiana por lo que parece, en un espacio
cilíndrico de unos diez metros de longitud y cinco de
diámetro. Las paredes, transparentes, lucen la turbia
tonalidad de los cometas de hielo. Dentro de ellas se
exhiben unas extrañas esculturas tribales, como
caracteres rúnicos en suspensión. A lo largo del eje
central del cilindro flotan bonsáis esféricos y muebles
pluriangulares de gravedad cero. Más allá de las
paredes se extiende una oscuridad tachonada de
estrellas. Y diminutas mariposas blancas, ubicuas.
Mi rescatadora flota a escasa distancia. Sonrío.
—Señorita —digo—. Creo que eres la criatura más
bella que he visto en mi vida. —La voz suena distante,
pero es la mía. Me pregunto si habrán acertado con la
cara.
De cerca parece tremenda, genuinamente joven: sus
ojos glaucos carecen del delator aire de estar de vuelta
de todo propio de los rejuvenecidos. Se cubre con el
mismo atuendo sencillo que llevaba puesto en la
prisión. Flota en un ángulo engañosamente cómodo,
extendidas las tersas piernas desnudas, relajada pero
atenta, como una especialista en artes marciales. Una
cadena compuesta de joyas multicolores serpentea
alrededor de su tobillo izquierdo y asciende por la
pierna.
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