Page 48 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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de viaje es como mil años para ellas; calmonaves
cetáceas que contienen soles verdes en miniatura,
intelectohebras de la Sobornost como libélulas
ubicuas.
—En realidad es muy simple: todo se reduce a la
neurociencia. Atención desviada.
Mieli no me hace el menor caso mientras prepara la
mesita que media entre nosotros. Encima hay platos
oortianos: extraños cubos transparentes de color
púrpura, vida sintética aún retorciéndose, secciones
escrupulosamente cortadas de frutas multicolores (de
fabricación experta) y dos vasos pequeños. Mientras
organiza el conjunto, sus movimientos son
ceremoniosos y dignos, como si estuviera llevando a
cabo un ritual. Sin dignarse mirarme, extrae una
botella de un compartimento de la pared.
—¿Qué haces? —pregunto.
Se gira hacia mí, inexpresiva.
—Vamos a celebrarlo —responde.
—Bueno, deberíamos. —Sonrío—. En cualquier caso,
descubrirlo me llevó mucho tiempo: todavía se puede
inducir ceguera de inatención en las mentes de la
Sobornost, ¿te lo puedes creer? Hay cosas que no
cambian nunca. De modo que trastoqué sus informes
sensoriales y lo conecté a una simulación basada en el
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