Page 50 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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—La nave me ha contado lo que hiciste. Te adentraste


           en el infierno para rescatarme —digo—. ¿Qué eso que


           deseas tanto como para hacer algo así?



           En lugar de contestar, abre el sello de la botella con un


           brusco giro de muñeca.



           —Escucha —digo—. Acerca de esa oferta… Me lo he


           pensado mejor. Da igual lo que quieras que robe, lo


           haré. No importa para quién trabajes. Incluso lo haré


           a tu manera. Te lo debo. Considéralo una deuda de


           honor.




           Sirve el vino. El líquido dorado es meloso, por lo que


           lleva su tiempo. Cuando termina, levanto mi vaso.



           —¿Brindamos por eso?



           Los  vasos  tintinean:  brindar  en  gravedad  baja


           requiere destreza. Bebemos. Thanisch‐Erben Thanisch,


           2343. El tenue olor a cerillas que sólo poseen las botellas


           más antiguas del caldo: a veces denominado Thaddeusatem,


           el aliento de Tadeo.



           ¿Cómo sé todo eso?



           —No te necesito a ti, ladrón —dice Mieli—. Sino a tu


           antiguo yo. Eso es lo primero que debemos robar.



           La  observo  fijamente,  sin  parpadear,  aspirando  el


           aliento  de  Tadeo.  Acompaña  a  la  fragancia  un


           recuerdo,  años  y  más  años  de  ser  otra  persona,


           vertiéndose  en  mi  interior  como  vino  en  un  vaso.






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