Page 51 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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«Cuerpo medio, recio, con un poso de carácter», dice,
observándola a través del riesling que es como luz líquida,
sonriendo. «¿Cómo que cuerpo medio?», pregunta, riendo,
y en su mente ella es suya.
Pero en realidad es él quien será suyo durante
muchos años, años de amor y vino, en la Oubliette.
Él… yo… lo escondí. Estenografía mental. El efecto
Proust. En algún lugar donde los arcontes no
pudieran encontrarlo, un recuerdo asociativo
desencadenado por un olor con el que jamás podrías
cruzarte en una prisión en la que nunca se come ni se
bebe.
—Soy un genio —le digo a Mieli.
No sonríe, pero sus ojos se entornan un poquito.
—A Marte, así pues —dice—. A la Oubliette.
Me sobreviene un escalofrío. Es evidente que
dispongo de escasa intimidad en este cuerpo, o en mi
mente. Otro panóptico, otra prisión. Aunque, por lo
que a prisiones respecta, ésta es mil veces preferible a
la última: una mujer hermosa, secretos y una comida
decente, y un mar de naves que nos transportan a la
aventura.
Sonrío.
—El santuario del olvido —digo, levantando el
vaso—. Por los nuevos comienzos.
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